472. El invierno y el verano (infantil)

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Juan David Betancur<br/>elnarrodororal@gmail.com<br/><br/>Había una vez en la antiguas tierras de lo que hoy es norteamerica una planicie donde habitaban toda clase de animales. Los animales vivían en armonía y disfrutaban de un clima benefico. Pero una vez llego un invierno que cubrio de nieve todo los pastos, los bosques, las montañas y los ríos. A diferencia de otros años, el invierno continuo y continuo durante todo el año y cada vez la capa de hielo y nieve se hacia más y más profunda. De esta manera los seres que allí habitaban no podían salir a buscar su sustento.   Entro los animales fue creciendo la preocupación y muchos no se explicaban la razón de tanto frio ya que estaban acostumbrados a que después de cierto tiempo regresaba el calor. Algo había pasado. El calor no había vuelto y todos los animales se habían tenido que refugiar en una gran tienda y lo único que les permitía aguantar el frio era un pequeño fuego que habían encontrado después de una tormenta.  Una noche la ardilla se despertó y dijo.  He tenido un sueño muy extraño. He soñado con el calor. He soñado que este se encontraba atrapado y que por esta razón no podía volver a visitarnos.  Los animales escucharon atentamente a la ardilla y todos pensaron que ese sueño era un mensaje que el dios del calor les enviaba. Había que salir a buscar el calor y liberarlo.  Y eso hicieron. Cuando los primeros rayos del sol salieron alguno de los animales emprendieron camino hacia el este en busca del calor del verano. Después de una jornada larga vieron una montaña muy alta, tan alta que tocaba el cielo. Y allí en lo alto se veía una pequeña grieta rodeada de nubes. Los animales comenzaron a subir penosamente esta montaña y después de largas horas finalmente llegaron a su cima. Sobre ellos y al alcance de sus manos había efectivamente una grieta en el azul del cielo. Saltando entraron a la gruta y para su sorpresa se vieron en el medio de un campo maravilloso, con prados verdes, bosques maravillosos y grandes planicias y allí la temperatura era calida y agradable. La misma temperatura que el verano les traía anteriormente. En este reino del cielo vieron como en el medio existía un gran tienda donde se veía un ser grande y oscuro. Era un oso. El oso que vivía en el reino de los cielos disfrutaba de aquel calor que ya no había en la tierra. Con precaución los animales esperaron a que el oso saliera a cazar y lo vieron montarse en una barca para atravesar un bello rio que cruzaba por allí. Inmediatamente se dirigieron hacia la tienda y encontraron allí un gran saco que emanaba el calor que calentaba la tienda y todo alrededor. Era el verano que estaba atrapado allí.  La ardilla le pidió al castor que vigilara al oso y que cuando el se bajara en la otra orilla tomara el remo de la canoa y lo royera con sus afilados y fuertes dientes. Y asi lo hizo el castor.  Mientras tanto la ardilla y los demás animales levantaban el saco donde estaba el verano y con cuidado comenzaron a cargarlo hacia la grieta por la que habían entrado. Pero cuando se acercaban a la grieta el oso que estaba terminando de cazar sintió que el calor disminuia y levantando los ojos vio como una manada de animales llevaban el gran saco donde estaba el verano. Salto inmediatamente a la canoa, pero al tomar el remo que el castor había roido este se despedazo, salto el oso al agua y con grandes brazadas llego a la otra orilla y comenzó a correr detrás de los animales que tenia al verano.  Los animales habían llegado al borde mismo de la grieta justo en ese instante: el saco en el que estaba el verano y el calor era muy pesado y ya todos los animales estaban al borde de un desmayo de cansancio. La grieta por su parte se estaba cerrando y cuando ya no quedaba sino un agujero p

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