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Arrepentirse de los pecados para ser salvos 17/9/2023 #1265
Pastor José Luis Cinalli
17/9/2023
Arrepentirse de los pecados para ser salvos
“El Señor… quiere que todos se arrepientan”, 2ª Pedro 3:9 (NTV).
Después de oír el evangelio y creer en Jesucristo el siguiente paso hacia la salvación es el arrepentimiento. El arrepentimiento fue predicado por Juan el bautista (Mateo 3:2); por Jesús (Marcos 1:15; Mateo 4:17, 11:20-21) y por sus discípulos: “… Fueron por todas partes predicando a todos que se arrepintieran y se apartasen del pecado”, Marcos 6:12 (CAS); Hechos 2:38; 3:19; 8:22; 20:21. A la iglesia que perdió el primer amor Jesús la exhortó: “Arrepiéntete…”, Apocalipsis 2:5; y a quienes eran causa de tropiezo les ordenó arrepentirse, Apocalipsis 2:16 y 21. La Biblia termina con un mensaje contundente para los tibios espirituales: “Arrepiéntanse”, Apocalipsis 3:3,19. Ahora bien, el arrepentimiento es el mandamiento más difícil de obedecer porque implica cambio de vida. Jesús le dijo a los judíos: “Juan el Bautista… les mostró… la manera correcta de vivir, pero ustedes… se negaron a creerle y a arrepentirse de sus pecados”, Mateo 21:32 (NTV). Los judíos no querían cambiar. Nunca digamos que es fácil obedecer. Jesús no dijo eso. Al contrario, Él habló de cortarse la mano o sacarse el ojo en algunos casos (Mateo 5:29-30); de negarse a sí mismo (Mateo 16:24) y habló de renunciar a todo, aun a la propia vida, Lucas 14:33. Ser discípulo de Jesús nos cuesta todo: “Si ustedes consideran que su vida es más importante que obedecerme, no tendrán vida eterna. Pero si… me obedecen, entonces tendrán vida eterna”, Juan 12:25 (TLA). Cristo debe ocupar el primer lugar en nuestras vidas, todos y todo lo demás viene después, Mateo 6:33. Ser discípulo de Jesús requiere que nos alejemos completamente del pecado (Romanos 12:1-21) y que sometamos nuestra voluntad a la del Señor, Juan 12:25. Jesús pide devoción de todo corazón, una lealtad a toda prueba, una negación completa de uno mismo, de modo que uno se ponga a sí mismo, su tiempo, su dinero, sus posesiones y sus talentos, a disposición de Cristo.
Para arrepentirnos tenemos que creer el evangelio. “… Los habitantes de Nínive… se arrepintieron de sus pecados al escuchar la predicación de Jonás”, Mateo 12:41 (NTV). Si las personas no escuchan el evangelio y no lo creen no pueden arrepentirse y por ende no pueden ser salvas. La fe en Cristo nos mueve al arrepentimiento. Recordemos las tres mil personas convertidas el día de Pentecostés. Pedro les predicó a Jesús (Hechos 2:36) y ellos “se compungieron de corazón”, Hechos 2:37. Luego preguntaron: “¿qué haremos?” (Hechos 2:37) a lo que Pedro contestó: “… Deben arrepentirse de sus pecados… cambiar su manera de pensar y de vivir (PDT), y ser bautizado…”, Hechos 2:38 (NTV). ¿Lo ves? Escucharon y creyeron el evangelio predicado. Esto los llevó a “la tristeza que… produce un arrepentimiento que conduce a la salvación…”, 2ª Corintios 7:10 (NBLH). Entonces, después de oír y creer hay que arrepentirse para ser salvos, Hechos 2:38. Ahora bien, el arrepentimiento verdadero es un cambio en la mente que conduce a un cambio de vida. La Biblia llama a este cambio: “frutos dignos de arrepentimiento”, Mateo 3:8; Lucas 3:8; Hechos 26:20. Eso significa que antes hacíamos lo que queríamos; ahora (metanoia = arrepentimiento) ha