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Ezequiel 3 - Frente dura como el diamante 💎
Uno esperaría que la tarea del profeta Ezequiel no fuera una muy difícil. Después de todo él tenía que ministrar a los judíos que estaban en el exilio, en Babilonia. Uno podría pensar que ellos, después de todo lo que habían pasado y sufrido, estarían más receptivos y listos para escuchar los mensajes de Dios. Pero no era así. Dios le advierte una y otra vez al profeta que el pueblo sería muy duro y terco. ¡Sería más fácil predicarle a un pueblo de otra lengua que al pueblo del Señor! Por eso Dios le da las siguientes instrucciones al profeta para que pueda tener éxito:<br/>1.- Debía comerse la Palabra del Señor, la cual, como siempre, era más dulce que la miel. Ese tiene que ser siempre, cada día, nuestro mayor y principal alimento. No podemos enfrentar los desafíos del día, sin antes llenarnos la mente y el corazón de la Palabra de Dios.<br/>2.- Dios endurecería el rostro del profeta. No sería fácil enfrentar a un pueblo duro y terco, por eso Dios haría al profeta aún más duro, como una piedra, para poder cumplir su ministerio y predicar la Palabra. Un ministro no puede dejarse intimidar por el pueblo al cual debe ministrar. Aunque sea difícil e incómodo hablar, se debe predicar todo el mensaje de Dios.<br/>3.- Antes de predicar a otros, el predicador debe predicarse a si mismo. El mensaje debe penetrar primero en la mente y el corazón del predicador. El mensaje debe primero transformar al predicador antes que al pueblo. Si predicamos la Palabra de Dios sin antes habernos convertido a ella, nuestro ministerio será un fracaso. Los primeros en convertirse deben ser los predicadores. No prediques algo en lo cual no crees y no practicas. No te conviertas en un hipócrita. <br/>4.- Ezequiel debía ser un fiel centinela. El centinela era la persona que hacía sonar la trompeta sobre el muro cuando veía venir al enemigo. Así la gente que estaba fuera de la ciudad, entraba y se ponía a salvo. Esa era la tarea de un centinela. Pero si el centinela se dormía, y no hacía sonar la trompeta, el sería juzgado responsable por no advertir al pueblo. La tarea del centinela era hacer sonar la trompeta. Pero era responsabilidad de la gente escuchar la trompeta y correr para ponerse a salvo. Dios le advierte a Ezequiel que muchos no escucharían la trompeta, pero aún así el debía hacerla sonar. Es decir, debemos predicar aún cuando las personas no estén dispuestas a escuchar.<br/>Que Dios nos de amor por los que se pierden. Que Dios nos ayude a ser exitosos en la ganancia de almas. Que Dios nos haga valientes y poderosos al momento de predicar. Que Dios nos permita experimentar un poderoso reavivamiento, antes de que sea demasiado tarde. Que Dios te bendiga.