La obediencia y la autoridad en el reino de Dios 6/11/2022 #1221

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Iglesia de la Ciudad - Mensajes
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Pastor José Luis Cinalli
6/11/2022
La obediencia y la autoridad en el reino de Dios
“… Establecieron reyes, pero no escogidos por mí; constituyeron príncipes, mas yo no lo supe…”, Oseas 8:4.
David era el hijo menor de ocho hermanos. Pastoreaba el pequeño rebaño de ovejas de la familia. Los viajes pastoriles a las solitarias laderas de las montañas no lo aburrían. Invertía su tiempo libre practicando tiro al blanco con su honda y adorando a Dios con su arpa. ¡Qué manera más hermosa de tratar con la soledad! Rasgaba su arpita y ofrecía conciertos para Dios de un solo instrumentista. Su pasión por Dios lo hacía sentirse seguro. Ni siquiera temía a los depredadores de su rebaño. ¿Qué le habrá dicho David a su pequeña ovejita el día que la arrebató de las garras del oso y del león? ¿Le habrá dicho: ¡yo soy tu pastor y Dios es el mío!? Su inspiración pronto se convirtió en una canción, quizás la favorita del rey para el que tocaría en el futuro.
Este pastorcito, compositor, trovador y tira piedras tenía, según Dios, el corazón más puro en Israel. Allá lejos, en las escarpadas laderas de las montañas, David aprendía a escuchar la voz de Dios, cualidad indispensable de toda persona ungida. Su vida cambió el día en que un barbudo de larga cabellera entró a su casa para ungirlo rey. ¡Pero ya había un rey en Israel! Entonces, ya que no había lugar en el palacio para dos reyes, Dios llevó al nuevo rey ungido lejos. Lo inscribió en la escuela del quebrantamiento y la oración. Qué ironía. La lógica indicaba que el nuevo rey debía enfilar sus pasos hacia el palacio para disfrutar de las comodidades de la realeza. Sin embargo, en su lugar, fue llevado al desierto para sufrir la persecución de un rey loco que jugaba tiro al blanco con su cabeza.
El ignoto pastorcito salió del anonimato el día en que mató a un oso tan grande como el que quiso arrebatar su oveja, solo que éste era humano. Su popularidad pronto incomodó al rey, quien empezó a sentirse incómodo por el que ahora tenía posibilidades de ocupar su trono. Y, ¿qué hacen los líderes cuando se sienten amenazados? Persiguen a los ungidos. El ex ungido y rey loco Saúl tenía una nueva pasión: tirarle lanzas a David. Por su parte David sabía que su rey, aunque desquiciado y desechado, todavía era la autoridad de Dios para su vida. Nada le daba derecho a arremeter contra su liderazgo. Además, Saúl era el ‘maestro’ asignado por Dios para enseñarle sujeción y carácter. En la escuela de Dios David estaba cursando la materia más importante del liderazgo: la dependencia, el quebrantamiento y la sujeción a Dios, la autoridad suprema, y a sus autoridades delegadas. Dios dispuso una persona difícil para lograr que David se transformara en una persona dócil, humilde y de corazón quebrantado, otra cualidad esencial para ser una persona ungida.
Dios tiene en su escuela hombres que afirman ser la autoridad de Dios y no lo son; hombres que dicen estar quebrantados de corazón y no lo están. Tiene hombres que son la autoridad de Dios, pero no tienen un corazón quebrantado. Dios tiene de todos estos en abundancia, pero hombres quebrantados de corazón, casi absolutamente ninguno. En la escuela de la obediencia y el quebrantamiento hay pocos alumnos. ¿Por qué? Porque en esa escuela se sufre mucho y además los maestros que Dios suele escoger para ocasionar la aflicción son líderes de corazón no quebrantado. David fue estudiante una vez en la escuela del quebrantamiento y Saúl fue el medio escogido por Dios para afligirlo. ¿Era legítima la autoridad del rey Saúl? Sí. Era la autoridad escogida por Dios; escogida para David. Autoridad de corazón no quebrantado si, más ordenada diviname

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