Sobreponerse al dolor de una pérdida 27/8/2023 #1262

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Iglesia de la Ciudad - Mensajes
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Pastor José Luis Cinalli
27/8/2023
Sobreponerse al dolor de una pérdida
“Sara murió… Abraham hizo duelo y lloró por ella… Y se levantó Abraham de delante de su muerta…”, Génesis 23:2-3 (NTV, RV60).
“Abraham hizo duelo y lloró”. El creyente está llamado a pasar por el duelo, pero no como las demás personas. La muerte de un ser querido produce tristeza aun para el creyente. “Jesús lloró” (Juan 11:35) cuando se enteró de la muerte de Lázaro. Los amigos de Esteban “hicieron gran llanto sobre él” (Hechos 8:2) cuando se enteraron de que había sido apedreado. Esto significa que aun los más fieles seguidores de Cristo se entristecen ante el dolor, pero no como los que no tienen esperanza. El creyente tiene un consuelo especial ante la pérdida de un ser querido que muere en Cristo: ¡la esperanza de la resurrección! Jesús dijo: “… Resucitaré, y haré que ustedes también resuciten”, Juan 14:19 (TLA). ¿Resucitó Cristo? Claro que sí: “… Cristo sí resucitó. Y al resucitar se convirtió en el primero de los millones que resucitarán un día… Gracias a lo que… Cristo hizo, habrá resurrección de los muertos”, 1ª Corintios 15:20-21 (NT-BAD); 1ª Pedro 1:3; Hechos 24:15. ¡La resurrección de Jesucristo asegura la resurrección del cristiano! Pablo agregó: “Amados… quiero hablar de lo que le sucede al cristiano cuando muere, para que no se entristezcan como los que no tienen esperanza. Si creemos que Jesús murió y después resucitó, podemos creer también que, cuando Jesús regrese, Dios traerá con El a los cristianos que han muerto”, 1ª Tesalonicenses 4:13-14 (NT-BAD). La bienaventurada esperanza de la resurrección nos alienta en todo momento. “¿No sabes tú”, dijo Lutero al rey del miedo, “que devoraste a Cristo el Señor, mas fuiste obligado a devolverlo, y fuiste devorado por él? De modo que no puedes devorarme a mí, porque yo habito en Él”. Un creyente puede estar frente a la tumba de su muerto (siempre que haya muerto en Cristo) y saber que no estará allí por mucho tiempo. Llegará el día en que volverá a verlo porque la muerte no es para el creyente el fin de todo, sino la puerta por la cual pasamos para estar con Cristo por toda la eternidad. Al visitar las oscuras catacumbas en Roma pueden leerse algunos gloriosos epitafios. Uno de los más populares dice: “En paz” citando las palabras de David: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado”, Salmo 4:8. Deberíamos ver la muerte como lo hicieron aquellos primeros cristianos. Ahora bien, hay dos clases de muerte:
1)  La muerte física. “… Todos morirán; nadie puede escapar del poder de la tumba”, Salmo 89:48 (NTV). “… Está establecido que los hombres mueran…”, Hebreos 9:27 (NT-BAD). En la muerte física el cuerpo se separa del alma. La muerte entró a la humanidad el día en que Adán pecó: “La muerte entró en este mundo por lo que… Adán hizo…”, 1ª Corintios 15:21 (NT-BAD). Ahora bien, de la misma manera que Adán introdujo la muerte, Cristo introdujo la resurrección de los muertos: “… Gracias a lo que… Cristo hizo, habrá resurrección de los muertos”, 1ª Corintios 15:21 (NT-BAD). Jesús dijo: “Yo soy la fuente de la vida y la resurrección… El que cree en mí, aunque muera como los demás, recobrará la vida”, Juan 11:25 (NT-BAD). En Adán se halla muerte física; en Cristo, la resurrección de los muertos. En Cristo los muertos viven y los vivos no mueren.

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