474. La lección

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In Fashion

Había una vez un hombre de muy buena posición económica que llegó a su lujosa casa y encontró a su hijo haciendo una escena o pataleta que llamamos por algún motivo menor. El muchacho que había sido educado en el mejor colegio de la ciudad y que había había vivido en el mejor barrio de la ciudad y en una casa elegante en una unidad cerrada con porteros y vigilantes se estaba quejando por alguna tontería.  Su padre cansado de enfrentar frecuentes pataletas de su hijo, decidio darle una lección. Recordó que el mayordomo de su hacienda se había retirado hacia algunos años y que estaba viviendo en humildemente en una pequeña casa campesina en las montañas en una vereda de un pueblo cercano. Decidio contactarlo para pedirle que los recibiera a los dos durante un fin de semana. Su plan era muy simple, mostrarle al niño que debía valorar las cosas que tenían y que no podía hacer un reclamo por cualquier cosa.  Tomo entonces a su hijo, lo monto en su lujoso carro y manejo hasta el pueblo, allí en medio de la plaza se encontró con su antiguo trabajador y juntos condujeron por 30 minutos por un camino de tierra hasta que llegaron a la ladera de una montaña de donde se veían las luces del pueblo. Allí estaba la pequeña casita humilde del ex mayordomo quien vivía con su esposa y tres de sus hijos.  El campesino lo recibió con todo el cariño y aquel día les mostro la pequeña parcela donde cultivaba lo básico y donde tenía su vaquita y tres pequeños perritos de raza indescifrable. Cuando cayó la noche, los invito a comer un muy humilde comida, preparada con lo poco que tenían y a la luz de unos cuantos velones, ya que a esa vereda no llegaba la corriente eléctrica comieron y conversaron afablemente.  El niño miraba todo aquello con ojos desorbitados y su padre al mirarlo sonreía para sus adentros. Sabía que el niño estaba recibiendo la lección de su vida.  Al otro día, después de dormir en una pequeña habitación, en pequeñas y humildes camas, se levantaron, se bañaron bajo una ducha fría con el agua que provenía de un pequeño arroyo que pasaba cerca.  Después de desayunar humildemente con lo poco que tenía su ex empleado, el padre del niño se despidió de su ex mayordomo y dándole las gracias llevo a su hijo hasta su carro para emprender el camino de regreso.  El muchacho se montó al carro sin pronunciar palabra y su padre orgulloso de la lección espero a que el digiriera la experiencia antes de preguntarle.  Dime hijo mío que te pareció esta experiencia de venir a ver cómo viven otras personas.  El muchacho lo miro y con real jubilo le contesto. Papa muchas gracias por traerme aquí. Me ha encantado.  El padre sonrió de nuevo para si mismo y le dijo. Has visto que tan pobre puede ser la gente.  Siii Claro. Respondió con mayor energía el muchacho.  Muy bien… le dijo el papa. Ahora dime que has visto y que has aprendido.  El muchacho sin pensarlo dos veces dijo.  Nosotros vivimos en una casa donde la vista no es más que la casa de los vecinos. En cambio, ellos viven en una casa con una vista fantástica hacia un valle donde se ven las luces del pueblo.  Vi que nosotros tenemos una piscina que casi nunca usamos, pero ellos en cambio tienen un arroyo de agua cristalina donde se bañan diariamente. Vi que nosotros compramos la comida y la leche en el supermercado y ellos recogen la comida de su propio huerto y ordeñan su propia vaquita.  Vi que nosotros tenemos muchas luces y lámparas prendidas durante la noche que no dejan ver las estrellas, en cambio ellos tienen miles de estrellas y la luna que pueden disfrutar antes de irse a dormir&l

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