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Descubriendo la edad de la tierra de 4.000 años a más de 4.000 millones de años
DESCUBRIENDO LA EDAD DE LA TIERRA DE 4.000 AÑOS A MÁS DE 4.000 MILLONES DE AÑOS La ciencia ha recorrido un largo camino hasta dar respuesta a esta enigmática pregunta. ¿Cuántos años tiene la tierra? Durante miles de años, la contestación se basó en las creencias de cada cultura. Tuvo que ser James Hutton el encargado de cambiar esa visión. Fue él quien nos aproximó al valor real de la edad de la Tierra. La geología es una ciencia bastante reciente. Ya en pleno siglo 10, el persa Al-Biruni se topó con unos fósiles marinos encontrados tierra adentro. Y sugirió que nuestro planeta era muy antiguo. El relato de la creación se incluye en el Antiguo Testamento. Su cronología se desprende de los descendientes de Adán y Eva. En el año 1654 el estudioso anglicano James Ussher se atrevió a dar una fecha según sus cálculos Bíblicos. El 23 de octubre del 4004 antes de Cristo. Esta idea permanecería vigente durante mucho tiempo. En cambio, Isaac Newton en 1687 también se propuso averiguar la edad real de este planeta, prescindiendo de las sagradas escrituras. Newton pensó que la Tierra estaba formada principalmente por hierro. Y que habrían sido necesarios al menos 50.000 años para enfriarla hasta su estado actual. Otros autores posteriores subirían esa cifra. El conde de Buffon retrasó su antigüedad hasta los 74.832 años. Frío, frio…una cifra muy alejada, todavía, de la actual. El mencionado James Hutton fue el que avanzaría en gran medida sobre esta cuestión. El escocés confirmó el aparente movimiento de las masas continentales. Se fijó en la acumulación por sedimentación de capas de tierra, en la altura de las montañas, etc. En 1787 afirmó que la Tierra era como una especie de máquina en permanente movimiento y transformación. Una máquina lenta, que necesitó millones de años para ser aparente. El estudio de las capas estratigráficas fue fundamental. Con estas, surgieron las eras geológicas. La conclusión fue que los estratos más bajos deberían de ser los más antiguos. John Phillips analizó estos parámetros y dijo que la edad de la Tierra era de unos 96 millones de años. Aún nos encontrábamos muy lejos de la cifra real. En 1905 Ernest Rutherford aplicó los nuevos conocimientos sobre la desintegración de los elementos radioactivos. Bajo este planteamiento, Ernest dató un mineral de la localidad estadounidense de Glastonbury. El resultado que arrojó fue de casi 500 millones de años. A partir de aquí, nuevos investigadores siguieron midiendo en otros lugares. Y hallaron rocas y minerales aún más viejos. En Sri Lanka, Bertram Boltwood halló ejemplares de 2.200 millones de años atrás. Arthur Holmes, localizó en 1946, en Groenlandia, rocas de 3.015 millones de años. Para llegar a estas cifras Arhtur analizó el plomo, que es el resultado de la desintegración del uranio. Finalmente, el propio Holmes estimó que la edad de la tierra sería de unos 4.460 millones de años. Menuda diferencia, de los poco más de 4.000 años que se desprendieron de la Biblia hasta los más de 4.000 millones de años que proponía la geología con sus pruebas. Aquí no terminó la cosa. La superficie terrestre se recicla constantemente. Los movimientos de las placas tectónicas producen una nueva corteza. También hay que tener en cuenta el vulcanismo y la erosión. Algunos científicos intentaron buscar en las profundidades de la tierra o en el fondo del mar. Para localizar las rocas o los restos más primitivos. La cifra aceptada hoy en día es la que propuso Clair Patterson en 1953. La tierra tendría unos 4.550 millones de años. Patterson tuvo la genial idea de no medir un objeto terrestre, sino uno extraterrestre. Y analizó los restos de un meteorito. Supuestamente, el material del meteorito se creó al mismo tiempo que la Tierra, durante la formación del sistema solar. Además, ha vagado por el espacio, inalterado. Sin sufrir, apenas, la erosión o ningún efecto en su composición. Desde que James Hutton consideró que la respuesta la encontraríamos en la geología, han pasado 200 años. La ciencia moderna le ha dado la razón. Entre la cifra de los estudiosos de la Biblia y las de la ciencia, media un abismo. Ahora ya conocemos mejor la edad de nuestra venerable anciana, la tierra.