Domingo Decimotercero Después de Pentecostés

Los diez Leprosos.El Evangelio de este día se llama de los diez leprosos. Se refiere en él, que entrando Jesucristo un día en un castillo, vinieron hacia él diez leprosos, que gritaban: «Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros». El Redentor les dijo: «Andad, y presentaos a los Sacerdotes». Y mientras iban, se encontraron de repente limpios y sanos. Uno de ellos, viéndose sano, volvió atrás, glorificando en alta voz al Señor, y se postró a los pies de Jesús; era samaritano. Jesús le dijo: «¿No son diez los sanados? Y los otros nueve, ¿dónde están? Sin embargo, ninguno de ellos ha vuelto atrás ni dado gloria a Dios, sino este extranjero». Y Jesús dijo al samaritano: «Levántate y vete en paz, porque tu fe te ha hecho salvo». Tal es el Evangelio.Tres notables enseñanzas, entre otras, podemos aprender de él. Nos enseña: primero: Qué grande es la bondad de Jesucristo; segundo: qué grande es el mérito de la obediencia a la voluntad de Dios; y tercero qué grande era el número, en los tiempos de Jesucristo, de los hebreos ingratos a la divina misericordia. Prestadme, como acostumbráis, vuestra benévola atención, y daré principio a esta homilía.