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Earworms qué hay detrás de una canción pegadiza 2
EARWORMS QUÉ HAY DETRÁS DE UNA CANCIÓN PEGADIZA 2 Al menos que se sepa, los humanos somos los únicos que tenemos el don de la música. Un fenómeno global que nos ha acompañado en todas las épocas y sociedades de la historia. El célebre divulgador Oliver Sacks ya introdujo efectos tan curiosos, que nos provoca la música, como la sinestesia, la amusia, las alucinaciones acústicas o los gusanos auditivos. Ritmo, buena coreografía y buen rollo son tres ingredientes básicos para crear el hit del verano. Todos recordamos canciones que se quedan grabadas en nuestro cerebro. Siendo muy complicado olvidarnos de ellas. Los ingleses estudiaron a fondo este caso y acuñaron un término para las melodías que quedan ‘atrapadas en nuestra cabeza’. Las denominan ‘earworms, es decir, gusanos en el oído. Lo cierto es que suelen estar cortadas por el mismo patrón. Son melodías con letras sencillas, repetitivas, fáciles de recordar, con un ritmo pegadizo y de no más de 30 a 45 segundos. De esta manera, la canción se queda en la corteza cerebral auditiva formando un bucle sonoro. En realidad no es tan sencillo llegar a este resultado. Esta fórmula no funciona para todas las canciones. Las que triunfan, lo hacen gracias a lo que se conoce como efecto de la familiaridad. Más tarde, nuestro cerebro siente más placer cuando reconoce una canción que es popular antes que otra que suene por primera vez. Por eso, al escuchar durante un cierto tiempo el hit del verano termina transformándose en un gusano del oído. Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Londres concluyen que este fenómeno está directamente relacionado con el tamaño y la forma de nuestra corteza cerebral. Las personas con mayor predisposición a dejarse enganchar por esta reiteración musical involuntaria tienen más espesas ciertas áreas cerebrales. Concretamente, las circunvoluciones de Heschl y el giro frontal inferior. Incluso, según un estudio de la Universidad de Sheffield, la psicología también jugaría un papel destacado. Un carácter obsesivo o simplemente, aquellas personas a las que les gusta dejarse llevar por el ritmo son más susceptibles de entrar en este earworm. Estos investigadores realizaron más de 2.500 encuestas para conocer mejor el patrón que desencadena este enganche musical. Tras el análisis llegaron a la conclusión de que no hay un único patrón. Puede ser desde el estrés hasta una emoción, pasando por una palabra. Por último, Daniel Levitin un psicólogo de Quebec ha estudiado este fenómeno desde un punto de vista evolutivo. Y es que en los 200.000 años de historia de nuestra especie, tan solo en los últimos 5.000 nos ha acompañado la escritura. Por lo que, durante un largo período de tiempo, nuestros antepasados tuvieron que recurrir a la memorización de palabras. Para saber qué plantas eran venenosas, por ejemplo. Si a una idea, le acompaña una melodía, un ritmo y una letra pegadiza, esto nos ayudará a recordarla más fácilmente. Así que de este gesto por la supervivencia nos han quedado los earworms.