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Los combustibles sintéticos sostenibles de la f1 a los coches privados
La Fórmula 1 siempre ha sido un campo de pruebas en el que descubrir nuevas formas de construir automóviles rápidos y seguros. En los últimos años, la sostenibilidad, es un reto que alcanzar. Una lucha contrarreloj que concentra a los mejores ingenieros y profesionales del sector. Uno de los campos más prometedores, que se están desarrollando en los deportes de motor, es de los combustibles sostenibles. Una mejora que busca implementarse en la F1, y en sus categorías inferiores, la F2 y la F3. De aquí surgen los llamados combustibles sintéticos. También conocidos como Drop-in. Contaminan menos que los actuales y ofrecen prestaciones similares. En la temporada 2023, las categorías f2 y f3 ya incorporan en sus vehículos el uso de estos combustibles. En el 2026 le llegará el turno a la categoría principal. Un cambió que afectará a los reglamentos y que obligará a las escuderías a alterar los motores y el resto de componentes de sus automóviles de competición. En esta primera fase, la F2 y la F3 emplean un cincuenta y cinco por cien de combustibles sostenibles. Cada año, esta cifra irá en aumento hasta lograr el 100 por cien en 2027. Sin duda, esta decisión lidera el camino para ofrecer soluciones innovadores que tienen un enorme potencial para el futuro de todo el transporte. Este movimiento puede suponer un gran impulso para que los combustibles sintéticos se extiendan a los automóviles privados. Por otra parte, estos no sólo pueden ser útiles en entornos urbanos o privados. Además, pueden ser determinantes en sectores como el transporte marítimo o el aéreo. Dos de los que más emisiones de Co2, y otros gases de efecto invernadero, emiten a la atmósfera cada año. Durante décadas, los medios de transporte han empleado combustibles fósiles. Los derivados del petróleo, el carbón, el gas natural y el gas licuado del petróleo. Se conocen como ‘fósiles’ porque sus componentes se han generado a lo largo de millones de años. A partir de la descomposición de restos biológicos de plantas y animales. Estos combustibles son finitos y contaminan. Técnicamente, los combustibles fósiles serían sintéticos. Porque se han creado mediante reacciones químicas, sintetizando el combustible a partir de una materia prima. Por el contrario, en la actualidad, cuando hablamos de combustibles sintéticos nos referimos a los sostenibles, renovables o de huella cero. Bajo este paraguas, encontramos muchas versiones. Las más prometedoras, se producen a partir de agua y co2. Precisamente, este tipo de combustible es el elegido por la F1. Dióxido de carbono o monóxido de carbono, capturados junto con hidrógeno, obtenido de fuentes de electricidad sostenibles. El elemento más importante de este tipo de combustible es el hidrógeno. Lo bueno es que tienen propiedades similares a los combustibles fósiles. Así que pueden usarse en los vehículos actuales y aprovechar la infraestructura existente de fabricación, transporte y distribución. En realidad, los electrocombustibles, electrocarburantes o efuel, en inglés, son lo mismo que los sintéticos. Son dos maneras de llamar a nuevas tecnologías neutras en carbono. En concreto, se fabrican, almacenando electricidad de fuentes renovables, en enlaces químicos de combustibles líquidos o gaseosos. Mediante un proceso, conocido como electrólisis, se extrae hidrógeno del agua, separando hidrógeno y oxígeno. Luego el hidrógeno se combina con el C02 del aire y se convierte en combustible líquido o Efuel. En resumen los combustibles sintéticos sostenibles, en combinación con la electricidad, pueden ayudar a transformar la movilidad de personas y mercancías. Y ser un remedio para reducir nuestro impacto en el planeta.